El panorama económico colombiano para el próximo lustro empieza a mostrar sus primeras luces, o mejor aún, comienza a definir sus propios derroteros basados en las consecuencias mismas que traerá la segura reactivación que muestran los indicadores.
Pero, más allá de subir el PIB a niveles que generen empleo, está el desarrollo y la innovación que deben materializarse con un objetivo mega de país: "patentar o morir".
Que el CEO del Hsbc nos haya incluido entre los países "civets", debe ir acompañado de una verdadera campaña que atraiga inversiones, al tiempo que avancemos a otro estado de desarrollo que trascienda la venta de petróleo y carbón. Ya lo dijo Michelle Bachelet en su reciente visita a Bogotá: "el reto para todos los países es innovar o morir". En ese mismo sentido Hillary Clinton manifestó que "la administración Obama está comprometida con la innovación y va a proteger la propiedad intelectual en el mundo".
Innovación y propiedad intelectual no solamente terminan siendo sinónimos en la ética del mundo empresarial, sino que además van de la mano con una visión realista del mercado. Si no, son otros los que deciden por nosotros en materia de tecnología, de hábitos de consumo, de ritmo de vida y de calidad de vida.
Lamentablemente en nuestro caso, incidimos muy poco, o prácticamente nada, en los grandes desarrollos tecnológicos que hoy están moldeando el comportamiento de la humanidad. Nuestros indicadores en materia de patentes, que son los que en últimas muestran los índices de proficiencia en los países desarrollados, no sólo son muy bajos en el contexto regional, sino que nos alejan cada vez más de poder negociar un TLC en condiciones más equitativas.
Los números no mienten y basta ver como las tecnologías patentadas que están asociadas al disco compacto, a la tecnología celular, al air bag, al chip de silicio, al iPod, a la memoria USB o a la fibra óptica, por mencionar algunos desarrollos, han generado millones de empleos en el mundo.
Se requieren laboratorios, crédito, investigadores bien remunerados y una mayor inversión para asegurar el desarrollo sostenido del conocimiento científico y tecnológico en nuestro país. Además, se necesita que la banca, que es un servicio público, se sintonice con la innovación y con el emprendimiento privado.
Un grupo de empresarios ha realizado observaciones muy juiciosas sobre los bajísimos indicadores en materia de patentes y sobre la importancia de los laboratorios y la conveniencia de repasar el "Morrill Act", que siendo una iniciativa de más de ciento cincuenta años, sigue vigente no sólo por la forma como se concibieron los colegios industriales en su momento, sino por los efectos que tuvo y sigue teniendo en la capacidad científica y tecnológica de la mayor potencia del mundo.
No sólo se debe aumentar de manera considerable el número de investigadores con doctorados, maestrías o especializaciones, sino que hay que mirar también a ese grupo de colombianos que siendo empíricos o autodidactas pueden hacer grandes aportes al desarrollo de nuevas tecnologías, si cuentan con crédito, laboratorios y asesorías para entender y conocer el mercado.
Colombia no debería tener uno, sino varios megalaboratorios y en eso tenemos que trabajar todos, aunando esfuerzos y articulando iniciativas de privados con las políticas públicas. Se cuenta hoy con una herramienta muy importante como es la Ley 1286 de 2009 que no sólo fija unas pautas básicas en materia de innovación, sino que además permite que la iniciativa privada sea valorada y debidamente canalizada.
No podemos hablar de competitividad sin investigación, no podemos hablar de productividad sin investigadores, no podemos hablar de creatividad sin laboratorios y menos podemos hablar de empleo sin innovación. Los candidatos tienen la palabra.
http://www.larepublica.com.co/archivos/OPINION/2010-06-16/patentar-mas-alla-de-la-innovacion_102887.php
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